Dirección y guión: Michael Haneke.
Países: Francia, Austria, Alemania e Italia.
Año: 2005.
Duración: 115 min
Género: Thriller.
Interpretación: Daniel Auteuil (Georges), Juliette Binoche (Anne), Maurice Bénichou (Majid), Annie Girardot (Madre de Georges), Lester Makedonsky (Pierrot)
Producción: Margaret Menegoz y Veit Heiduschka.
Fotografía: Christian Berger.
Montaje: Michael Hudecek y Nadine Muse.
Europa
Caché de Michael Haneke se convirtió en una película muy galardonada y alabada allá donde iba, básicamente lo mismo que ocurre con cualquier película que estrena el director austriaco. En el último festival de Cannes ha estrenado La cinta blanca gracias a la cual ha recibido la Palma de Oro, lugar donde recibió por Caché el premio al mejor director.
Michael Haneke director de cine austriaco es conocido por realizar un tipo de cine difícil de calificar, suele tratar temas similares en la mayoría de sus películas, expresando sus propias obsesiones, sus preguntas a la sociedad o al hombre contemporáneo. A lo largo de su filmografía Haneke ha depurado su estilo consiguiendo ser menos obvio y más sutil a la hora de manejar al espectador por donde él quiere, aunque paradójicamente cada vez lo hace de una manera más precisa y contundente.
Tras terminar sus estudios, Haneke comenzó a trabajar como crítico de cine, más tarde lo hizo como editor y director teatral en Alemania. En 1973 desempeñó por primera vez el puesto de director televisivo y en 1989 cuando dirige su primera película, El 7º contienente, a una edad relativamente avanzada, los 47 años. Es importante conocer la trayectoria del director para poder explicar luego las relaciones con los conceptos de lo teatral y televisivo: su cine es muy cercano al teatro de Bertol Brecht, (dramaturgo alemán) y el poder y papel de la televisión le obsesiona pudiendo llegar a considerarse un leit motiv en sus películas, en las que vuelva toda su experiencia previa.
Tras su primera película anteriormente nombrada, Haneke dirige Benny´s video (1992), más tarde Funny Games (1997), La pianista (2001) y en 2005 llega Caché, entre otros trabajos como son El castillo (1997) para televisión o el remake de su propia película en 2007 Funny Games.
Si visionamos cronológicamente sus obras vemos que su estilo es marcado y reconocible a través de cantidad de aspectos, son estos los que vamos a analizar más adelante.
Expiar o no la culpa
Anne y George (Juliete Binoche y Daniel Auteuil ) son un matrimonio francés de clase alta que comienza a recibir videos en los que aparece su calle, su casa y las salidas y entradas de la familia al domicilio. En un principio piensan que puede ser algún fan de George ya que trabaja en televisión en un programa sobre libros. El envió de cintas se hace más numeroso y con macabros mensajes inexplicables (en un principio) para ninguno de los dos miembros de la pareja.
A medida que avanza la película el miedo entra en sus vidas y la desconfianza del uno al otro aumenta. Tras la llegada de una cinta en la que aparece la casa donde creció envuelta en el dibujo de una gallina degollada intuimos que George cree saber a quién pertenecen estos mensajes, y es a alguien relacionado con su infancia, por esto va a visitar a su madre al pueblo, a la que no le dice nada.
Una nueva cinta parece indicarle el lugar de donde vienen y es aquí cuando George le confiesa a Anne que cree saber quien se las envía, esto ocasiona una pequeña crisis entre el matrimonio debido a la desconfianza. Después de esto el protagonista va a la casa a pedir explicaciones y encuentra a Majdid, un hombre argelino, por lo que vemos intuimos que se conocen desde hace tiempo, pero el supuesto acosador lo niega todo y además parece realmente sorprendido. Días más tarde aparece nuevamente en la casa y además en la televisión donde trabaja George la cinta en la que vemos la amenaza de este hacia Madjid por el envió de cintas.
Tras una discusión entre Anne y George este le cuenta la historia: cuando eran niños Majdid perdió a su familia, que trabaja en casa de George, en una manifestación del pueblo argelino en Paris. Majdid encontrándose solo fue acogido por su familia pero esto a George no le gustaba e invento una historia con la finalidad de echar al niño de su casa, cosa que consiguió, condenando a Majdid a la vida que llevaba, de falta de educación y privado de comodidades y de una familia.
El ambiente cada vez está más tenso y la historia es menos comprensible hasta que una noche la desaparición de Pierrot, el hijo de la familia, desencadena que George denuncie a Majdid y a su hijo. Ambos pasan la noche en el calabozo a pesar de negarlo todo y de no encontrar al niño en su casa. Tras la desesperación Pierrot aparece a la mañana siguiente, había dormido en casa de un amigo y había olvidado avisar a sus padres.
Después de esto, Majdid cita un día a George en su apartamento, con la única intención de decirle que él no tiene nada que ver en esa historia para inmediatamente después cortarse el cuello frente a George. Totalmente horrorizado George escapa de allí y vuelve a casa para hablar con su mujer.
Cuando creíamos que todo había terminado, el hijo de Majdid busca a George un día en la televisión para hablar con él y asegurarle que ni él ni su padre tuvieron nada que ver en el acoso de las cintas.
El espectador totalmente desconcertado presencia el final del film viendo que los hijos de Majdid y George conversan a la salida del colegio de este último mientras salen los minúsculos títulos de crédito.
Haneke y sus obsesiones
Comentamos más arriba que si visionamos la filmografía de Haneke observamos temas presentes en la mayoría de sus obras y constantes tanto temáticas como puramente fílmicas (técnicas).
En sus películas, el director austriaco, busca provocar, propone preguntas y no da ninguna respuesta, con su cine pretende enseñarnos una parte de la realidad, la más extrema. Encontramos aquí una clara relación con el teatro del dramaturgo alemán Bertolt Brecht, si buscamos una definición de su estilo vemos que coincide casi totalmente con el de Haneke, las pretensiones en sus obras, sus fines y maneras de llegar a ellos permiten relacionarlos sin dudar.
Al igual que Bertotlt Brecht, Haneke, con un profundo pesimismo social, busca un distanciamiento de la obra, nos incita a verla pero sabiendo que es ficción para que así reflexionemos sobre ella. Nunca ofrece ninguna solución a los problemas que plantea, tan solo los plasma y espera que discurramos sobre los mismos.
Tanto en Funny Games como en Caché echamos en falta un final conclusivo, que nos reconcilie con la historia y cierre el camino que ha abierto. No lo hay. Haneke nos muestra algo que sabemos que es ficción (no olvidemos la conversación en la escena final que mantienen la pareja de sádicos en Funny Games sobre la diferencia entro lo que es realidad y ficción, que podemos considerar un guiño claro al espectador, como una llamada de atención con la que quiere explicarnos que lo que acabamos de presenciar es eso, ficción) y simplemente lo deja ante nosotros.
Otras de las constantes en las películas de Haneke es el tema de la televisión o la representación de la realidad a través de imágenes. En Benny´s video, en Funny Games y en Caché, la televisión es un elemento central, en algunas como objeto y en otras como concepto. En Funny Games encontramos una escena que es retrocedida como si la realidad se tratase de una cinta de video, es una metáfora de cómo los medios pueden cambiar la realidad, en Caché la televisión es un elemento central, ella marca el ritmo, mejor dicho lo que de ella sale.
En sus films, toma el papel de los medios: Haneke habla de que los medios de comunicación se empeñan en mostrarnos violencia, desgracias, catástrofes pero que cuando él sale a la calle no se encuentra con nada de eso, por esa razón los medios crean en nosotros una especie de miedo, de terror hacia lo que pueda pasar. Hace que nazca en nosotros una sensación de incertidumbre, de no saber si lo que vemos es realidad o no.
También es destacable que Michael Haneke ha trabajado en televisión y por lo tanto conoce muy bien sus entresijos y es por esto por lo que la manera en que realiza sus films es totalmente opuesta a la realización televisiva: de lo vertiginoso al estilo pausado de este director.
En cuestiones técnicas o esencialmente fílmicas también encontramos marcas “Hanekenianas”: planos largos y amplios es una de ellas, este rasgo incentiva el ritmo que el director quiere crear en sus películas para desconcertarnos y buscar nuestro nerviosismo, en los planos muy abiertos el espectador busca la clave de la acción, busca la contraseña para seguir entendiendo la trama (Un ejemplo de esto es la escena final de Caché a la salida del colegio de Pierrot).
Otro rasgo característico es la utilización magistral de los fuera de campo. Haneke sabe crear tensión e intriga y uno de sus armas es esta, localizar la acción que esperamos ver fuera de los límites de la imagen que estamos viendo, de esta forma, la tensión que crea se extiende aun más a lo largo del tiempo (oímos lo que ocurre y aunque podemos imaginárnoslo, deseamos verlo). Funny Games es un ejemplo extraordinario de la utilización de este recurso, prácticamente todas las escenas violentas se dan fuera del cuadro de la imagen, con lo cual no lo vemos, pero sabemos qué ocurre gracias al sonido. En Caché también es muy recurrente cuando la pareja protagonista está viendo los videos que les mandan.
Instrucciones para presionar a alguien
Caché se plantea como una carrera detrás de alguien para que reconozca y expié su culpa, lo que no sabemos es si finalmente lo hará o no. Haneke nos tiene acostumbrados a guiarnos y llevarnos por lugares peligrosos y sin que nos demos cuenta, y de forma cada vez más sutil (a lo largo de su cinematografía su táctica es mejorada y además pasa más desapercibida).
Como hemos dicho anteriormente los rasgos del cine de Haneke reaparecen aquí, otra de ellas es la de poner a sus actores al borde de un precipicio, llevarlos al límite (al igual que al espectador) para que den todo de sí. En Caché los dos protagonistas Juliete Binoche y Daniel Auteuil consiguen meterse en el papel y transmitirnos su angustia y su desconocimiento, especialmente el actor francés, Auteuil realiza una estupenda interpretación, Juliete Binoche, como siempre, destaca por su naturalidad y autenticidad.
El montaje de Caché mezcla la película en sí con los videos que ellos reciben y ven, al principio de la película no sabemos qué estamos viendo hasta que George (Daniel Auteuil) para la imagen y la rebobina y descubrimos que es una cinta casera; esto se repite en varias ocasiones. Con esta mirada subjetiva Haneke busca que el espectador sienta pudor, se sienta violado en su intimidad y que intente busca datos en las imágenes como hacen los protagonistas.
Junto a este recurso Haneke sigue utilizando sus magistrales “fuera de campo” gracias a los cuales el espectador está viendo algo que no concuerda con lo que escucha o lo que espera: La mayoría de veces que las cintas ocupan el primero plano escuchamos las voces de Auteuil y Binoche discutiendo sobre las mismas.
La fotografía que corre a cargo de Christian Berger consigue crear una atmosfera distante y elitista. Esto lo consigue gracias a las tonalidades frías de la imagen, que no transmiten cercanía y confianza sino todo lo contrario, acentúan más aún los sentimientos que se plasman en el film.
Otro elemento destacable sin duda es la ausencia de música en la película ya que es utilizado como incremento del suspense y la tensión.
Seducción austriaca
A pesar de que la base de Caché sea la injusticia que ocurrió en Paris en 1961 cuando un numeroso grupo de argelino fue ahogado en el Sena por manifestarse en la capital francesa, el tema político pasa totalmente desapercibido en el film y no se le da ninguna importancia, es más si sustituimos ese hecho por otro cualquiera de otra índole, la película no perdería sentido ni intención. Ya que básicamente lo que vemos es hasta qué punto somos conscientes de nuestros actos, hasta qué punto nos hacemos responsables de los mismos u obviamos las consecuencias y también hasta qué punto estamos seguros en nuestras vidas, las que construimos durante años tras años.
Haneke no deja indiferente, sus obras tienen fuerza, inteligencia y un enorme atractivo, puede (suele) ocurrir que tras ver alguno de sus films no tengamos una sensación de comprensión absoluta, sino que tengamos más dudas que antes que ver la película y es precisamente lo que el director busca, meterse en nosotros e invadirnos por unos momentos.
Después de grandes y profundas reflexiones sobre Caché, no podemos pasar sin preguntarnos algo evidente: ¿Quién manda las cintas? Y tras pensar y repensar multitud de combinaciones no queda otra posibilidad: Michael Haneke, él es quien provoca todas las situaciones, quien mete el dedo en la llaga y busca las reacciones de sus protagonistas. Un gesto más, propio de él, de provocación sutil.
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